Desde siempre ha existido la presencia del fuego, pero ¿a que realmente debemos su existencia? A partir de 1650 el interés por este fenómeno radicaba en la posibilidad de encontrar nuevas aplicaciones al fuego y, por medio de la máquina de vapor, obligarle a realizar los trabajos duros de la tierra. Este creciente interés llevó a los químicos a una nueva conciencia del fuego.
Según las antiguas concepciones griegas, todo lo que puede arder contiene dentro de sí el elemento fuego, que se libera bajo condiciones apropiadas (segunda teoría de los cuatro elementos). Las nociones alquímicas eran semejantes, salvo que se concebían los combustibles co
mo algo que contenía el principio de "azufre" (que no representa necesariamente el azufre como
elemento)
La teoría del
La teoría del
flogisto fue desarrollada por Johann Joachim Becher, pero fue Ernest Stahl quien la popularizó en el 1702.
El flogisto o principio inflamable, descendiente directo del "azufre" de los alquimistas y más remoto del antiguo elemento "fuego" era una sustancia imponderable, casi misteriosa, que formaba parte de los cuerpos combustibles. Cuanto más flogisto tuviese un cuerpo, mejor combustible era. Los procesos de combustión suponían la pérdida del mismo en el aire. Lo que quedaba tras la combustión no tenía flogisto y, por tanto, no podía seguir ardiendo. El aire era indispensable para la combustión, pero con carácter de mero auxiliar mecánico.
El flogisto o principio inflamable, descendiente directo del "azufre" de los alquimistas y más remoto del antiguo elemento "fuego" era una sustancia imponderable, casi misteriosa, que formaba parte de los cuerpos combustibles. Cuanto más flogisto tuviese un cuerpo, mejor combustible era. Los procesos de combustión suponían la pérdida del mismo en el aire. Lo que quedaba tras la combustión no tenía flogisto y, por tanto, no podía seguir ardiendo. El aire era indispensable para la combustión, pero con carácter de mero auxiliar mecánico.
Las reacciones de calcinación de los metales se interpretaban a la luz de esta teoría del siguiente modo: el metal, al calentarse perdía flogisto y se transformaba en su cal. Es precisamente aquí donde falla esta teoría
¿Cómo la cal es más pesada que el metal correspondiente, pese a que éste ha perdido flogisto?.
Este problema sin resolver no era tan serio en el siglo XVIII como nos parece hoy a
nosotros que conocemos el principio de conservación de la materia. Mientras la teoría del flogisto
explicase los cambios de aspecto y las propiedades, cabía ignorar las variaciones en la masa.
Finalmente fue Lavoisier quien demostró la inexistencia del flogisto a través de un experimento en que ocupó una balanza, midiendo la masa de los elementos antes de la combustión y después del proceso, arrojando como resultados que el flogisto tenia un valor negativo, es decir, no existía.
Finalmente fue Lavoisier quien demostró la inexistencia del flogisto a través de un experimento en que ocupó una balanza, midiendo la masa de los elementos antes de la combustión y después del proceso, arrojando como resultados que el flogisto tenia un valor negativo, es decir, no existía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario